Buenos Aires me mueve, me encierra, me lleva a lo más profundo de mi ser. En esta ciudad, suelo sentir que corro el riesgo de no salir nunca más.
Suelo dormirme en la hiperactividad, ese lugar de distracción y de aprendizaje donde me sumerjo, me encuentro, me duermo y me vuelvo a despertar.
Una vez, alguien me dijo que si alcanzaba la plenitud del agua sin estar mojada, estaría alcanzando el poder de mis manos, el poder de la acción.
La vi a ella. Me recordó abrir mis ojos nuevamente. Yuyoko, sumergida en su más intimo rincón del mundo. Cuando una danza me inspira, no solo no la dejo
escapar, sino que sueño con congelar la conexión de su alma en mi cámara. Verla sumergida, bailar como el agua, me invito a recordar que el poder esta en el
movimiento, pero el cambio en la quietud. En la acción se inspira el arte. En la distracción, se inspira el tiempo.
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